domingo, 10 de agosto de 2008

V - La segunda promoción 1966 - 1980

Cuando en los círculos académicos y humanísticos de la República Dominicana se piensa en la alta cultura, por lo general, se vuelve la mirada hacia el mundo mediterráneo, básicamente en dirección a la antigüedad greco-latina —más a lo primero que a lo segundo—, a Francia y a España, y en menor medida, a Alemania. Razón es que así sea, pues en la cultura mediterránea están dados los matices fundamentales de lo que en esencia somos. Francia, por su parte, constituye la versión moderna más equilibrada, mejor lograda, de aquélla; diríase que es una versión actual y quintaesenciada de las aspiraciones, hábitos mentales y realizaciones de aquel mundo ya venido a menos en lo político, lo económico y lo militar. Entre los motivos mediterráneos de la reflexión filosófica ensayados por este bloque generacional saltan a la vista los de factura francesa, como se verá a continuación. Tres características completan el cuadro de esta promoción de filósofos dominicanos, en la que se pueden distinguir tres sub-grupos y dos pensadores independientes. Una de ellas es que, en términos generales, son personas comprometidas —en lo político, con la institucionalidad religiosa o lo académico—, salvo tres o cuatro de ellas a lo sumo: Federico Henríquez Gratereaux y León David (Juan José Jimenes - Sabater), John Saunders y Angeolo Sánchez-Bethancourt. La segunda: por lo menos cuatro de sus representantes son extranjeros; y la tercera, buena parte de los miembros de esta promoción hicieron estudios de grado o de postgrado en el exterior.

El primer sub-grupo cuenta, entre sus constituyentes a Darío Solano, Tulio H. Arvelo, José Ulises Rutinel Domínguez, Pablo María Hernández y Angel Moreta. A excepción del primero, todos han dado a la estampa uno o más libros de filosofía, a partir de los cuales es relativamente fácil descubrir los trazos de un cierto marxismo, de fuente francesa (Georges Politzer, Martha Harnecker), unas veces, y rusa (Afanasiev, Mitrofan N. Alexeiev) en los restantes. La producción intelectual de Darío Solano, cuya existencia interrumpieron los hados de manera inesperada en su momento de máxima plenitud, no rebasó el ensayo, el artículo y la disertación docente, pero, con todo, no dejó de tener alguna influencia en por lo menos dos de los miembros destacados del tercer y último bloque generacional de que se ocupa este ensayo: Tomás Novas y Rafael Morla. En
los fragmentos de obra que de él de se conservan predomina el materialismo dialéctico de filiación soviética, especialmente en la forma que éste adopta en Dialéctica de las formas del pensamiento, de Mitrofan N. Alexeiev, y, en menor medida, de Eli de Gortari. Tulio H. Arvelo y Rutinel, éste más que el anterior, constituyen las mejores avanzadas, los productos mejores de la escuela del materialismo dialéctico e histórico ruso en Santo Domingo, en el ámbito filosófico; en ambos —en el Manual de introducción a la filosofía, del primero, y en De Thales de Mileto a Carlos Marx, del segundo— se advierte la frescura estilística y el impulso creativo, por lo menos en los ejemplos y en la argumentación, ambiente en los Elementos y en los Principios de filosofía marxista del Georges Politzer de la etapa marxista, porque la verdad es que el de la Crítica de los fundamentos de la Psicología, La crisis de la Psicología contemporánea y el crítico sistemático del intuicionismo no dejó huellas eco entre nosotros; el que prendió en el modo de filosofar de estos dominicanos, que encontraron en la filosofía un camino abierto para la desmitificación ideológica y la lucha en contra del gran Calibán del norte fue justamente éste, el del discurso de divulgación de la obra de Marx para obreros y estudiantes. Incluso las dos entregas que vieron la luz del proyecto de curso de introducción a la filosofía, de Angel Moreta, Lusitania Martínez y Miguel Sáez, y el Diccionario filosófico, los Fundamentos de filosofía marxista y La filosofía hoy, de Pablo María Hernández, rara vez suparan la atmósfera de paradoja y al clima de sinrazón que rezuman los Fundamentos de Filosofía, de Afanasiev. Este supuesto marxismo, políticamente eficaz tal vez, es bien poco lo que hizo en pro del renacimiento filosófico dominicano, y no pasó de ser un neo-positivismo de la peor factura, en unos casos, y un reduccionismo metafilosófico y un sensualismo superficial. Filosofía y a-criticidad se excluyen recíprocamente.

En la segunda camada, integrada por Andrés Paniagua, Vanna Ianni, Jesús Tellerías, Miguel A. Pimentel y Norberto Soto, el compromiso, en los casos en que existe, está mediado por una cierta conciencia teórica. Su actitud característica es la apertura hacia otras corrientes, marxistas también, en la mayoría de los casos. Lo que en los tiempos que corren acontece, por ejemplo, en el marco del Departamento de Filosofía de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) está estrechamente relacionado con la actividad y los modos de conciencia de ellos. Vanna Ianni y Pimentel son los más destacados en términos de producción intelectual; la primera con la publicación de su libro Marxismo y no marxismo, de sus numerosos ensayos teóri
cos en diversos suplementos y revistas así como su fructífera labor docente, devino fuente de inspiración y motivo de emulación que dejó su impronta en la mayoría de los exponentes del brazo filosófico de la generación '80. Gracias a ella los educandos y lectores de entonces entraron en contacto, sin ambages ni cortapisas, con las fontanas directas de la modernidad occidental y de las escuelas italiana y francesa del marxismo contemporáneo: Hume, Kant, Wolff, Hegel, Althusser, Colleti, Gramsci, Croce, Lefebvre, Deleuze y Bachelard, y de otros no menos significativos como Lukács, Foucault y Goldmann, lo que la convierte en la gran introductora de la novísima filosofía francesa en el ambiente espiritual dominicano de nuestro tiempo.

Miguel A. Pimentel, profesor, investigador de la citada institución académica, tiene en su haber una obra respetable por la madurez que en cada nuevo libro exhibe con respecto a los anteriores. Su tema predilecto es la historia crítica de las ideologías y del pensamiento filosófico criollo, tarea que asume con vigor desde una perspectiva marxista bastante flexible. A pesar de tener una producción copiosa en la que accidentalmente se advierte la presencia del Althusser de "Los aparatos ideológicos de Estado", pero sobre todo de Engels y Marcuse, ha tenido poco peso en la nueva filosofía dominicana. Esto último también es válido en el caso de Nolberto Soto, quien a su regreso de México, donde realizó sus estudios de especialización en Metodología de las Ciencias, publicó dos libros —un ensayo en torno a Hostos y su obra más ambiciosa: los Siete ensayos epistemológicos—. La producción intelectual de Andrés Paniagua y Jesús Tellerías es básicamente ensayística y aún se encuentra dispersa. Su mayor mérito en cuanto a los nuevos desplazamientos de la conciencia filosófica dominicana reside no en haber difundido ninguna escuela nueva de pensadores, franceses o no, entre nosotros, sino la de haber insistido hasta el cansancio en la necesidad del pensamiento propio, de la creatividad, como antesala de toda labor intelectual que se precie de ser auténtica.

La tercera promoción del bloque generacional correspondiente a los años 1966-1980 deja conocer sus apuestas filosóficas básicamente a través de las páginas editoriales y de los suplementos del periódico Hoy y del Listín Diario, y en menor medida, de El Nuevo Diario. Son la expresión de la filosofía no académica y si bien no entran en diálogo directo con sus parejos universitarios, constituyen, en los hechos, una forma distinta de enfocar los mismos temas, o una buena parte de ellos. Algunos de ellos profesan, en la UASD o en la PUCMM, pero el ámbito de su actividad productiva no es, precisamente de índole académica; tal es el caso, por ejemplo, de León
David y de E.C. Alben, pseudónimos de Juan José Jimenes-Sabater y del P. Benavides. La reacción antimarxista y anti-existencialista en ocasiones tomará la forma directa, como en el caso de este último, y en ocasiones la forma indirecta, a través de un discurso afirmativo que, sin embargo, parte de otros referentes o modelos teóricos. León David y Federico Henríquez Gratereaux, por ejemplo, enhebrarán sus reflexiones —sobre la posición del individuo en el mundo y la creación artística, en el primero; en torno a la cuestión nacional, en el segundo— a partir del raciovitalismo orteguiano. Jacinto Gimbernard y E.C. Alben parecen estar influidos fundamentalmente por la cultura clásica mediterránea de corte greco-latino, al aplicar sus inteligencias respectivas así al cotidiano devenir dominicano como a los grandes temas de la filosofía occidental. John Saunders se inclina por la filosofía de corte cientificista, al modo de Mario Burge y Hans Reichenbach. Ferrando Ferrand parece influido por el pensamiento hegeliano y las temáticas propias de la denominada filosofía latinoamericana. Angeolo Sánchez-Bethancourt, por su parte, se inclina por el sueño de corte nietzscheano de búsqueda del super-hombre, pero dotándolo de un aura de cristianidad; el sueño último del presente social es la ascensión a lo que él llama el Homo-Theos. De manera que, en esta promoción, como es fácil advertir, es poco y casi nulo el peso del quehacer filosófico francés de nuestro tiempo, a pesar de que más de la mitad de ellos nació en el extranjero y buena parte realizó estudios de grado o de postgrado en otro país.

A este bloque generacional pertenece, también, Lusitania Martínez. Docente en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) durante más de un cuarto de siglo, su pensar filosófico ha experimentado sucesivas mutaciones, que van desde el existencialismo, al marxismo, la conjunción de uno y otro, hasta el feminismo de corte socialista a que parece adscribirse en la presente etapa de su vida. Lusitania Martínez es una trabajadora incansable, tanto en función de los proyectos sociales que suele asumir como de la fundamentación teórica de sus creencias y posturas. Fruto de esa disposición de su voluntad ha dado a la estampa varios libros y una apreciable cantidad de ensayos y artículos periodísticos en los que es posible apreciar la impronta del Sartre de La náusea, El ser y la Nada y sobre todo de la Crítica de la razón dialéctica, y de la parte filosófica del pensamiento de Simone de Beauvoir, máximament
e en lo que tiene que ver con la relación entre los géneros. Entre mediados de los setenta y los ochenta se operó en su pensamiento un viraje hacia la concepción marxista del hombre y de la cultura, que tomaría cuerpo en su libro sobre Palma Sola. Pero a partir de entonces, después de su período de estudios en México, su pensamiento retornaría a sus preferencias sartreanas originales, mas, esta vez, en activo diálogo con la doctrina feminista.

Los miembros de esta promoción constituyen el sillar sobre el que se asienta la labor profesional de la nueva generación de libre-pensadores de la República Dominicana, el componente filosófico de la generación '80.

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