viernes, 15 de mayo de 2009

Breve estudio crítico acerca de la teoría de la ciencia en Aristóteles, última parte

IV – Introducción general al estudio del problema lógico – metodológico en Aristóteles

Con bastante antelación en el tiempo respecto de Aristóteles ya se habían planteado otros pensadores muchos de los problemas actuales de la lógica formal. Por ejemplo, se atribuye a Protágoras el mérito de haber procurado un análisis profundo del razonamiento. Ya hemos visto como el mismo Aristóteles lo que a su juicio son los dos aportes fundamentales de Sócrates a la historia del pensamiento, a saber, la inducción y las definiciones; a Demócrito, se atribuye el haber estudiado la definición, la analogía, la formulación de hipótesis, el método experimental y el principio de razón suficiente; a Hipócrates el haber desarrollado el método de la observación; a Platón la formulación del principio de contradicción, clasificación de las categorías, así como un minucioso tratamiento sobre la refutación; a Euclides y Aristón de Quiro el haber formulado una teoría de la argumentación, establecer un esquema de la inferencia, así como desarrollar una teoría del significado y la verdad, etc… No obstante, es en Aristóteles donde la lógica formal encuentra los más netos niveles de sistematización, hasta tal punto que muchos historiadores llegan a considerarlo como el iniciador de la ciencia lógica; no sin razón, si recordamos que a la lógica en sentido general en la actualidad aún es fiel en lo fundamental las líneas que hace más de 20 siglos le señalara Aristóteles.

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[1]. El concepto será siempre esencial, universal en la medida en que recoge lo común y esencial existente en las entidades particulares, por cuanto es permanente y necesario[2]. Pero si bien el concepto es siempre concepto de algo, lo es de manera intencional.

Como es evidente, el concepto deberá ser abstracto y general por su forma. No destructible a diferencia de las entidades particulares que éste expresa
[3].

En opinión de Aristóteles el número de conceptos de que generalmente hacemos, son reductibles a un número de grupos típicos: las categorías o “géneros supremos del ser”. Respecto del cual (ser) expresan notas de una esencia o aspectos de cantidad, relación, etc…, de ahí que las categorías se dividan en dos grandes momentos.
Substancia: es el ente que existe en sí mismo y posee por ello cierta independencia; de otra parte están los nueve esquemas restantes, los llamados accidentes o aquello que puede añadirse a la substancia para determinarla mas, etc…
Los accidentes en tanto que casuales y contingentes no pueden constituir fundamento de la ciencia, pues la ciencia es estable
[4].

Ahora bien, el concepto no es, según se ha planteado más arriba, sino parte integral de una estructura lógica más amplia que es el juicio, a cuyo tratamiento está dedicado el siguiente apartado.

B – Naturaleza y razón de ser del juicio

Cuando dos o más conceptos se unen en aras de estructurar algún enunciado sobre la realidad tenemos como resultado una estructura o entidad lógica que puede ser afirmativa o negativa que es a lo que llamamos juicio. Todo juicio es verdadero falso
[5]. Todo juicio consta de un sujeto, un predicado y una cópula

José es estudiante
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El juicio expresa un paso respecto del concepto pues a diferencia del concepto que solo nos dice lo que algo es, el juicio observa que “notas de la realidad se hallan o no en un objeto”
[6] dado. Todo juicio tiene como fin el descubrimiento o la descripción de los nexos reales componentes existentes en su objeto.

C – Teoría del silogismo

El silogismo ocupa en la lógica aristotélica un lugar privilegiado. Para Aristóteles el silogismo es el fundamento vital y necesario de toda ciencia. La ciencia es por esencia demostrativa y el silogismo es el medio de demostración por excelencia.

Todo silogismo consta de dos premisas y una consecuencia o conclusión. Las premisas son conocimientos válidos de los cuales inferimos un nuevo conocimiento
[7].

“Un silogismo es un conjunto de palabras o locuciones en que al hacerse determinadas asumpciones se sigue necesariamente del hecho de haberse verificado de tal manera determinada las asumpciones, una cosa distinta (conclusión; A.A.) de la que se ha tomado. Por la expresión del hecho de haberse verificado de tal manera las asumpciones quiero decir – sigue diciendo Aristóteles – que es por causa de ello que se sigue la conclusión, y con esto significa que no hay necesidad de ningún otro término para hacer que la conclusión sea necesaria.
[8]

Así como analíticamente son aislables las distintas partes del cuerpo humano por la ciencia anatómica, así también las entidades o estructuras lógicas son divisibles en tantos o mas elementos. Estos elementos finales o últimos son el concepto, el juicio y el raciocinio.

Pero bien; la lógica no solo debe ser una lógica a examinar ésta estructura determinada del espíritu, la lógica ha de ser también un medio para la actividad científica para la refutación y para la demostración.

En Aristóteles también encontramos cierta preocupación encaminada a determinar en que medida se captan realmente el material correspondiente, lo cual nos muestra que su lógica no es solo formal sino también teoría del conocimiento, según hemos tenido la oportunidad de ver en el apartado inmediatamente anterior.

a- Teoría del Concepto

El concepto o término es la partícula lógica más elemental. No es ni verdadero ni falso, ni afirmativo ni negativo. Es aquella partícula en que puede ser desdoblado todo juicio o enunciación. “Entiendo por término aquello en que una premisa puede ser analizada, es decir, el predicado y el sujeto añadiéndole o quitándole el verso ser o no ser”

El silogismo es por esencia deductivo. Su axioma o fundamento estructural reside en que partiendo de universalidades demostramos, comprobamos o descubrimos nexos y relaciones existentes en entidades o cosas de menor extensión.

Si el silogismo aristotélico es deductivo y es el fundamento de la ciencia. La ciencia aristotélica debe, entonces, por necesidad, ser también deductiva.

Aun cuando en algún lugar hace alusión al silogismo inductivo y llega a admitir en la inducción un instrumento de conocimiento; luego llega a decir que inducción y silogismo (y por tanto: ciencia) son opuestos
[9]; terminando por concluir de manera tajante en el carácter deductivo por excelencia del silogismo con las correspondientes consecuencias para la ciencia. Estos planteamientos nos sorprenden al cerciorarnos acerca de cuál ha sido la actitud personal de Aristóteles frente a la ciencia positiva propiamente hablando. En ésta perspectiva nos encontramos con todo un cientista a carta cabal, un “científico” empírico, (no empirista) e inductivista. Es un Aristóteles que no solo llega a….[10]

1.- Mencionar la ecuménica cantidad de 500 especies de animales distintas entre sí;
2.- Desecar personalmente cerca de 50 tipos de animales;
3.- Establecer una escala natural de clasificación de los seres vivientes que no será superada sino hasta el advenimiento de Linneo;
4.- Que evidencia la propiedad de cetáceos en los mamiferos;
5.- Que distingue y clasifica lcon extraordinaria exactitud los peces que tienen esqueleto óseo de los que tienen cartilaginoso;
6.- Que descubre el desarrollo del embrión del pollo y comprueba que ya para el cuarto día de incubación la presencia del corazón “como una máscula de sangre en la clara del huevo que late como si estuviera viva”;
7.- que dá una excelente descripción de las cuatro cámaras del estómago de los rumiantes.
8.- que comprueba la peculiaridad de la cópula de los cefalópados;
9.- que describe de manera viva y detallada el pez torpedo, que – dicho sea de paso – ha sido ratificada (su descripción) por observaciones posteriores.
10.- que estudia de manera minuciosa las costumbres de las abejas, etc., etc….

Sino que llega a plantear claramente – con visos de reconocimiento pleno a la empirio como criterio y punto de partida del conocimiento la práctica, esto es la práctica teórica y científica. Así lo muestra la cita que en la pág. 37 reproduce Farringhton de Aristóteles tomada de su tratado “generación de los animales”, la cita es la siguiente… “los hechos no han sido observados todavía de modo satisfactorio – dice Aristóteles refiriéndose a las costumbres de las abejas según testimonia Farrinhgton -; si alguna vez lo son, debe darse más crédito a la observación que a la teoría y a la teoría únicamente si está confirmada por hechos observados”
[11].

Lo cual parece poner de manifiesto cierta dualidad o incoherencia entre el Aristóteles filósofo de la ciencia y el científico natural. Esta aparente contradicción podría explicarse desde una perspectiva histórica respecto de su producción intelectual; sobre todo si compartimos el criterio de que ésta nueva orientación coincide exactamente con la última etapa de su vida (12 años) en que el Liceo se había constituido en un verdadero museo de historia natural a la par que en una de las más completas bibliotecas de la Antigüedad clásica al tenor de las conquistas alejandrinas, quien iba recogiendo a su paso toda especie de objetos, animales, plantas, libros, etc, que considerase que podrían ser útiles a su antiguo preceptor.

Volvamos atrás un momento…
Aristóteles contempló y analizó también otras variedades de razonamiento además del silogismo como el entinema o conclusión por indicios
[12]; el raciocinio probable, que se construye solo en base a proposiciones probables[13]; el dialéctico, basado en opiniones de los entendidos no en la rigurosa necesidad lógica; el retórico, que se aplica solo en los quehaceres relativos a la persuasión; el crítico, basado solo en razones supuestas, por cuanto, con frecuencia deviene sofístico.

Estas formulaciones lógicas tuvieron una gran repercusión como medio o “instrumento” (organon) del quehacer científico. Una muestra de lo cual está constituida en opinión de algunos tratadistas por la geometría euclidiana, la cual – según ellos – está estructurada sobre la base del organon aristotélico.

A modo de conclusión

Según se ha visto, Aristóteles se dedica a fundamentar teóricamente todo una concepción deductivista de la ciencia basada sobre todo en el silogismo, ante lo cual se compone la necesidad de “principios primeros e inmediatos” de por sí mas conocidos y anteriores que sirven de base a la deducción, axiomáticos (corrientes en el razonamiento matemático. No pueden ser demostrables pues toda prueba debe necesariamente suponerlos.

El más universal de estos principios es el principio de contradicción que niega la posibilidad de que “lo mismo convenga y no convenga a lo mismo en el mismo sentido y al mismo tiempo”
[14]. Muy relacionado con éste existe el principio del tercero excluido que establece que “ entre dos términos de una contradicción no se da la posición intermedia. El uno o el otro debe necesariamente ser verdadero. No hay tercera posibilidad”.

Estos principios son vitales a toda demostración silogística, pero en tanto que a principios puramente formales no podemos ir demasiado lejos amparados en ellos. La evidencia nos dice que necesitamos de puntos de contacto reales del saber. Tales puntos de partida están constituidos por los postulados que son proposiciones sobre cuya validez o contenido de verdad nada se decide en ningún principio.

Entre los principios materiales del saber tendríamos que incluir necesariamente las hipótesis que no son sino suposiciones que por vía de prueba enuncian algo sobre la realidad; y las definiciones que no son sino enunciados sobre la esencia de los seres particulares; etc.

El concepto de verdad en Aristóteles

Como se puede inferir fácilmente de lo planteado a lo largo del presente ensayo, en Aristóteles nos encontramos con un concepto realista, objetivista de la verdad. En el libro VI de la Metafísica Aristóteles plantea que “decir que el ser no existe o que el no ser existe, he aquí lo falso; decir que el ser existe, que el no ser no existe, he auqi lo verdadero”.
[15]





J. D. García Bacca
- Refranes presocráticos (Jenófanes); México 1968, trad. Y notas J.D. García Bacca
- Frayle; Historia de la Filosofía, tomo I


Bibliografía:

- El alma, Aristóteles, En Obras; Aguilar
- Ética Nicomaquea; Aristóteles, En Obras; Aguilar
- Metafísica; Aristóteles, Ed. Universo; Lima 1977, 2° Edición, Trad. A. Salazar B.
- Analíticos Posteriores, Aristóteles, Univ. Central de Venezuela 1968, Trad. Y notas de


[1] Aristóteles; “Analítica posterior” Libro I , Pág. 276 – párr. II; Obras
[2] “Luego no hay ideas sino de la esencia”, Aristóteles; en: Metafísica Libro I – pág. 35
[3] Metafísica; Libro VII – Cap. XV – Pág. 165
[4] Metafísica; Libro V – 93
[5] “Analítica posterior”; L.I – capítulo I, 24b – pág. 275 –parr. III
[6] Ibid; b3, 91 a 1
[7] Véase: referencia 40
[8] “analítica primera”, Libro I – Cap. I 24b; p+ag.276 – Párr.II
[9] Cfr. 346 – Parr.II; Obras
[10] Los subsiguientes datos han sido extraídos casi textualmente de B. Farringhton (material de apoyo citado previamente)
[11] Para mayor amplitud véase: Metafisica; Libro VIII, págs. 90-91, párr. I, II, III
[12] “An. Posterior”, Libro II – cap. XVII – 0a – pág. 348
[13] Ibíd.;
[14] Metafísica; Libro IV – cap. VII – pág. 89
[15] Metafísica; Libro VI – Cap. VII – pag. 89

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