sábado, 14 de marzo de 2009

Breve estudio crítico acerca de la teoría de la ciencia en Aristóteles, II

II-Ideas para el estudio de la ruptura Platón-Aristóteles


Los trabajos que Aristóteles escribe durante su estadía en la Academia , de los cuales solo nos han llegado fragmentos, son una imitación casi total del maestro, llegando a asimilar no solo la forma dialogada del maestro sino incluso el contenido y la elección de los temas.
En opinión de algunos biógrafos de Aristóteles y estudiosos de la filosofía griega el punto de partida lo constituye el diálogo “Endemo”(352) en que a pesar de su relativa independencia aún sostiene las ideas fundamentales del maestro; existencia por separado del mundo de las ideas, pre-existencia del alma, reminiscencia, etc…[1]




El lapso de tiempo que va del año 347 al 335 a.n.e. constituye un momento de importancia sin igual en el proceso de ruptura con el maestro, muestra de lo cual sería el trabajo titulado “sobre la filosofía” en el cual somete a crítica probablemente por primera vez, la teoría de las ideas y de los números ideales, a la vez que contrapone a la modelación o creación del mundo su eternidad, etc. Corresponden también a éste periodo todos los libros de la Metafísica.

En el Libro III de la Metafísica, Aristóteles comienza interrogándose acerca de si “¿deberá admitirse solo las sustancias sensibles, o deberá admitirse también otras? ¿No hay más que una especie de sustancia o hay muchas?, de éste último dictamen son, por ejemplo, los que admiten las ideas, así como los seres intermedios, que son objeto de las ciencias matemáticas (…)”. “A esta doctrina – continúa diciendo Aristóteles- podríamos hacer mil objeciones”[2]. Pero, a su juicio, el mayor contrasentido está en concebir la existencia de seres particulares fuera de los seres sensibles; éstos seres (las ideas) – aun cuando siguen siendo los mismos seres sensibles – solo se diferencian de éstos por el hecho de que aquellos (las ideas) son eternos mientras que los segundos son perecederos.

En clara alusión a la teoría platónica de las ideas, así como de la jerarquización de los seres, Aristóteles plantea que quienes así piensan lo que hacen es imitar “a los que sostienen que hay dioses, pero que son dioses que se parecen a los hombres[3]” con la sola diferencia de que los primeros hacen eternos a los hombres en tanto que los segundos hacen extensivo a todos los seres sensibles, para pasar a rechazar luego la posibilidad de que existan – por ejemplo – seres intermedios en la idea de línea y la línea sensible, lo cual, en su opinión, es racionalmente imposible; etc…Pero la crítica más incisiva y radical a las ideas platónicas de parte de Aristóteles, a mi juicio, se halla en el Libro I – Capítulo VII de la Metafísica, en donde llega a plantear que decir que las ideas son ejemplares y que las demás cosas participan de ellas es, vanagloriarse de palabras vacías, sin sentido, o sencillamente, poesía. Que quien trabaja su obra científica, filosófica o artística no tiene necesidad alguna de tener su mente puesta en las ideas, sino en el ente que por el momento constituye el objeto de su trabajo, por demás de que es posible lógicamente, que se produjese un hombre semejante a otro hombre sin que ello tenga que indicar, necesariamente, que éste último ha sido modelado o “participa” de aquel, aún en el caso de que admitiéramos que el primero es eterno…otra objeción valiosa levantada por Aristóteles a la teoría de las ideas es que si llevamos éstos planteamientos (platónicos) hasta sus últimas consecuencias tendremos que admitir que las ideas no solo deberán ser modelos de los seres sensibles sino que también de si mismas. De modo que una misma cosa será a la vez copia y modelo. Sin embargo, es un contrasentido admitir – objeta Aristóteles – que las ideas sean la esencia última de los seres sensibles a la vez que se admita su existencia externa a los mismos, pues es imposible que “la esencia”[4] se separe de aquello por lo cual un ser es lo que es, por cuanto es obvio que si aquello que determina que un ser sea lo que es, se encuentra fuera de sí éste ser ya no sería sino un no-ser. Por demás de que “es evidente que nada que sea universal tiene una existencia aislada de los seres particulares” [5]como habían planteado Platón y los pitagóricos.

Según parece, para el tiempo en que Aristóteles concibe la metafísica, se ha desembarazado de la teoría platónica de las ideas, a la vez que ha reivindicado los momentos realistas existentes en la filosofía socrática superándolos; asi como de toda la tradición materialista jónica (sobre todo Demócrito).
Una vez rotos de manera cuasi radical los vínculos genéticos de Aristóteles con el platonismo se dá pie a lo que en términos generales podríamos denominar, todo una ontología realista del mundo y del conocimiento, de la cual su teoría de la ciencia no es sino una manifestación concreta.

De la amplia gama de problemas lógicos, ontológicos, ideológicos, gnoseológicos, etc…que de solo una perspectiva histórica han sido parte constitutiva de la filosofía – in génesis - , acaso aquellos relativos a la problemática de la ciencia en sentido estricto son los que con mayor facilidad pueden sustraerse a un condicionamiento social directo, lo cual no ocurre con otras áreas o momentos del filosofar, como serían la filosofía de futuro, filosofía política, ética, etc., donde la “desvinculación axiológica” del “homus filosóficus” es casi nula.

Sin embargo, toda ciencia es ciencia de una época histórica y socialmente determinada, por cuanto, toda filosofía de la ciencia, de ésa ciencia históricamente dada, estará de hecho condicionada por los alcances y barreras del quehacer científico de su época.
Ahora bien, en este mismo sentido se podría hablar de una intencionalidad epistemológica en el sentido de que si bien toda filosofía de la ciencia filosofa sobre una materia prima dada (ciencias) y en una época determinada, ésta no es la ciencia misma por lo que su condicionamiento será aún más mediato que el de la propia ciencia.

Sus formas de expresión y sus niveles de concreción son diferentes.

Si bien la ciencia expresa vínculos reales de manera objetiva y racional la filosofía de la ciencia correspondiente expresará los vínculos y relaciones correspondientes al quehacer científico como tal y sus vínculos con su sustrato empírico, lo cual le hace precisar de formas y niveles de expresión mucho mas abstractos y generales que los de la ciencia misma.

Estudio al Aristóteles filosófico de la ciencia, no al científico mismo; lo cual podría constituir un trabajo independiente, si es que puede separarse ciencia y gnoseología en el pensamiento aristotélico (creo que sí).

En Aristóteles encontramos dos líneas de actividad o actitud ante la ciencia claramente delimitadas, por un lado, encontramos un Aristóteles científico, positivo, empírico, por otro lado un filósofo deductivista. Ya volveré sobre éste problema oportunamente.


[1] Cfr. Frayle, G.; “Historia de la filosofía”, Tomo I, pág.423 – párr.II[2] Met., Libro III – cap. I; pág.52[3][3] Aristóteles; Met.; pág. 53 – párr. I[4] Aristóteles; Metafísica, pág. 36, párr.II[5] Aristóteles; metafísica, Libro VII – cap. XVI, pág.167

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